sábado, 1 de marzo de 2008

Entrevista - Fernando Sánchez Dragó



Fernando Sánchez Dragó (Madrid, 1936), alias "Nadie", monta el caballo de Atila en su último libro Y si habla mal de España... es español (Planeta, 2008), para cargar contra "las miserias" de toda condición que muestran cada día sus compatriotas, desde el multiculturalismo a la mala costumbre de no bajar la tapa del váter. Sólo salva a la lengua castellana y al torero José Tomás.

Pregunta: ¿Señor Nadie o Don Nadie?
Respuesta: Nadie, a secas. Como Ulises frente al Cíclope. Sustantivo: sin adjetivos, sin etiquetas. Ser sólo el que eres: yo sin ego. Quien a mi edad tiene ego, ha vivido en vano. Es un gilipollas.

P: España y los valores son las dos especies amenazadas que usted defiende. Afirma que la izquierda ha devaluado los valores pero a la vez la acusa de secta cristiana, de puritanismo. Curiosa contradicción...
R: No defiendo España. Defiendo los valores, estén donde estén. El socialismo es una herejía del cristianismo. El uno y el otro son igualitaristas y redentoristas. ¡Uf! Yo soy pagano.

P: Se pregunta por qué escribe un libro que nadie va a leer y que, sin embargo, en cinco días agotó su primera edición. ¿Modestia o victimismo?
R: Yo no tengo compradores: tengo lectores. Me equivoqué al pensar que la gente quemaría mi libro y me cortaría los cojones. Está encantada. Españoles son: les gusta hablar mal de España o que otros los hagan. Les he dado pan con ajo para sus dientes.

P: Si en las próximas generales gana Zapatero, se desentenderá "definitiva e irrevocablemente de cuanto concierna a España".
R: Ya me he desentendido. Este libro es mi testamento español. Cierra un largo ciclo: España Mágica (Gárgoris y Habidis), España Trágica (Muertes paralelas), España Hortera y Plebeya, la de este libro. Con él he tocado fondo. Zapatero es lo de menos. Que lo zurzan. Vuelvo al camino. Exiliado, en el mundo visible, lo he sido siempre. Sólo me interesa lo invisible: la conciencia, el más allá.

P: Da a veces la sensación de que más que no gustarle los españoles lo que no le gusta es la gente.
R: Algo hay de eso. No me gustan los seres humanos, esos depredadores. No soy animal social, sino cordial. Soledad, para mí, es sinónimo de felicidad. Vivo en un pueblo de 8 almas. Siempre fui así: huraño, esquivo, raro. Me siento gato, lobo, oso, escarabajo y lagarto. Son mis cinco animales de poder.

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