miércoles, 27 de diciembre de 2006

Ariadna

Ariadna camina por calles de cristal,
ha acabado la fiesta
y mañana la feria recogerá sus carpas,
sus mujeres-araña, sus tómbolas,
sus trapecistas tristes, sus puestos de chucherías,
y los viejos caballitos de madera partirán
al lugar donde los niños les nombran en voz baja.
El dolor la protege.

Pero esta noche Ariadna,
mientras desfilaban rostros anodinos y ajena alegría
por la taquilla del Laberinto,
ha recordado de nuevo las promesas,
la sangre seca de su hermanastro
entre las uñas de su amadoTeseo,
su lado vacío, todavía caliente,
entre las sábanas de un motel de Naxos...
Y ahora se encamina por las calles de cristal al interior,
hacia los bosques de interminables sombras
y cavernas de espejos y videojuegos.
El dolor es su escudo.

Ariadna, ensimismada como un barco fantasma,
ha renunciado a todo
y a la llamada de los sueños hostiles
dirige sus tímidos pasos.
El dolor es su aliado.

Ángel Petisme

1 comentario:

io! dijo...

los sueños son su cara y la realidad su sombra......